En la historia antigua de la península ibérica, los romanos denominaron “Hospitium” a una institución social celtíbera que obligaba a ofrecer hospitalidad a los extranjeros. Éstos no sólo debían ser recibidos amistosamente, sino que tal acogida otorgaba prestigio al anfitrión, compitiendo por hospedar a los visitantes. Este pacto de hospitalidad permitía adquirir los derechos de un grupo de individuos a otros. Los contrayentes se convertían en “hospites” mutuos y el pacto se sellaba con la “tésera” de hospitalidad, una lámina de metal en forma de manos entrelazadas, o silueta de animal. Del latín “hospitium” deriva el castellano hospicio. El historiador griego Diodoro Sículo señaló la hospitalidad como un atributo característico de los celtíberos.
Para explicar la idiosincrasia actual, si hacemos caso de este pasado en el que nuestros ancestros brindaban una hospitalidad legendaria, podemos entender nuestra forma de ser abiertamente afable, propensa al contacto y a las celebraciones multitudinarias Pero, ¿dónde está ese servicio “a la vieja usanza”, siempre correcto y que revestía buenos modales? ¿Sin complicaciones y efectivo? En el marco del servicio público, intentamos proteger y fomentar la SQ en www.seremosmasamables.com



